Asimismo, el Papa acogió con afecto a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Recordó que el domingo 23 se celebrará la solemnidad de Cristo Rey del Universo, que marcará también la XL Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares.
“Queridos jóvenes -expresó el Pontífice-, pongan a Jesús en el centro de vuestra vida. Cristo, que ha hecho de la Cruz un trono real, les enseñe a ustedes, queridos enfermos, a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido en unión con Él. Los invito a ustedes, queridos recién casados, a poner a Jesús en el centro de vuestro camino matrimonial”.
A su vez, el Obispo de Roma se refirió a la memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, el 21 de noviembre, día en el que en toda Italia se celebrará la Jornada Pro Orantibus. “Que no falte a todos los hermanos y hermanas de vida contemplativa -manifestó el Sucesor de Pedro- la solidaridad concreta y la ayuda eficaz de la comunidad eclesiástica para asegurarles la supervivencia y la continuidad de su silencioso, fecundo e insustituible apostolado”.
En el año 325, se celebró el primer concilio ecuménico en la ciudad de Nicea, en Asia Menor. En esta ocasión, se definió la divinidad de Cristo contra las herejías de Arrio: “Cristo es Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. 1600 años después, en 1925, Pío XI proclamó que el mejor modo de que la sociedad civil obtenga “justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia” es que los hombres reconozcan, pública y privadamente, la realeza de Cristo. “Porque para instruir al pueblo en las cosas de la fe -escribió-mucha más eficacia tienen las fiestas anuales de los sagrados misterios que cualesquiera enseñanzas, por autorizadas que sean, del eclesiástico magisterio (…) e instruyen a todos los fieles (…) cada año y perpetuamente; (…) penetran no solo en la mente, sino también en el corazón, en el hombre entero”. (Encíclica Quas primas, 11 de diciembre de 1925). La fecha original de la fiesta era el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos; pero con la reforma de 1969, se trasladó al último domingo del Año Litúrgico, para subrayar que Jesucristo, el Rey, es la meta de nuestra peregrinación terrenal. Los textos bíblicos cambian en los tres ciclos litúrgicos, lo que nos permite captar plenamente la figura de Jesús.