La corona de Adviento, hecha con ramas verdes y cuatro cirios, que se
van encendiendo sucesivamente en las cuatro semanas; ver las sugerencias sobre su realización y sobre el canto oportuno en “Oración de las Horas” 10(1978) *37-*40; luego, en Navidad, puede continuar presente, esta vez con flores, enmarcando la imagen del Niño; la imagen de la Virgen María merece un lugar destacado durante todo este tiempo, que es la época más mariana del año: Adviento, Navidad y Epifanía, el nacimiento, belén o pesebre: costumbre muy popular desde que el año 1223 lo preparara por primera vez san Francisco de Asís; la sencillez de su simbolismo no impide que pueda constituir una profesión entrañable de fe en el misterio de la Encarnación, tanto en el ambiente de la iglesia como en las familias; Juan Pablo II inauguró en 1978 la costumbre de bendecir el domingo anterior a la Navidad las imágenes del Niño Jesús que las familias romanas van a poner en su belén; cfr. en “Oración de las Horas” 12(1981)*56-*59 las sugerencias y los textos para su bendición; de todos modos, al menos la imagen del Niño Jesús es conveniente que esté presente en un lugar adecuado de la iglesia durante el tiempo de Navidad.
el árbol de la Navidad: también una costumbre cristiana, esta vez más reciente (de Alemania, siglos XVI-XVII), que parece que tuvo su origen en una fiesta dedicada el 24 de diciembre a Adán y Eva, recordando plásticamente el árbol del paraíso; y también otra en la que se identificaba a Cristo con el Árbol de la vida, lleno de luz y regalos: Él es precisamente la Luz y el mejor Regalo de Dios a precisamente la Luz y el mejor Regalo de Dios a la humanidad.
Los colores actuales de nuestra celebración
Dejando aparte los datos históricos, e incluso las determinaciones que inmediatamente antes del Concilio hiciera la Rúbrica de 1960, actualmente el Misal (IGMR 308) ofrece este abanico de colores en su distribución del Año cristiano.
El color, como uno de los elementos visuales más sencillos y eficaces, quiere ayudarnos a todos a celebrar mejor nuestra fe.
a) El morado, con todo lo que apunta de discreción, penitencia, y a veces, de dolor, es el color con el que se distingue la celebración del Adviento y la Cuaresma, así como las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.
b) El blanco es el color más adecuado para celebrar:
— la Navidad y la Epifanía: la fiesta de la Aparición del Salvador y de la Luz; — la Pascua en toda su Cincuentena, la Vida Nueva del Resucitado sus consecuencias para nosotros;