Domingo de Ramos
«Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí» (Sal 69/68,8-10).
En la liturgia de hoy se presenta un vivo contraste; por una parte la bendición de los ramos de palma y olivo, con la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; y, por otra, la santa Misa y el canto de la Pasión inspiradas en profunda tristeza. La primera parte preanuncia la gloria de Jesús-cristo resucitado, su entrada en el cielo el día de la Ascensión y el día último, cuando introducirá a sus elegidos en el reino feliz. La segunda, es la historia de los padecimientos, de las humillaciones para realizar la redención de los hombres.
Jesucristo triunfará; y con él sus | elegidos; los enemigos, a regañadientes, contribuirán a hacer más glorioso su triunfo.
Examen. – ¿Comprendo lo necesario que es sostener dolores, fatigas y contradicciones como Jesús, para llegar al paraíso y a una gloriosa resurrección?
Propósito. – He de pensar como Jesús, vivir como él y seguir su camino.
Oración. – Oh Padre, en cuyo amor anida toda justicia, multiplica en nosotros los dones de tu gracia inefable; y pues en la muerte del Hijo | nos has hecho tener esperanza en cuanto creemos, haz que por su resurrección podamos llegar a la gloria del cielo. Te lo pedimos por los padecimientos del mismo Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. (Beato Santiago Alberione)